miércoles, 4 de mayo de 2011

LA REVOLUCIÓN SE VUELVE INSTITUCIÓN



Al finalizar el periodo de Abelardo Rodríguez, Lázaro Cárdenas fue designado candidato a la presidencia de la República. Desde el comienzo de su gobierno, Cárdenas mostró una decidida voluntad de cambio. Defendió los movimientos obreros y campesinos y, con su apoyo, hizo frente al general Calles, que mostraba una actitud hostil hacia la política independiente de Cárdenas. Logró neutralizar su poder, destituyó a sus seguidores en el gobierno y, finalmente, lo expulsó del país. El régimen cadernista superó a todos los gobiernos anteriores en la aplicación de los postulados de la Revolución Mexicana, sobre todo el relativo al reparto agrario, que incluyó a más de un millón de campesinos. También la clase obrera se voó favorecida. Se crearon nuevas agrupaciones sindicales y campesinas, que fueron la base popular del partido oficial, antecesor del actual PRI. La política cultural de cadernismo puso especial énfasis en los valores nacionalistas, el indigenismo y el socialismo. En 1938 Cárdenas se enfrentó a las compañías petroleras que se negaban a negociar aumentos salariales con sus trabajadores. La actitud insolente de éstas provocó que Cárdenas nacionalizara la industria petrolera. Las naciones afectadas promovieron un boicot internacional en contra de los productos mexicanos, aunque sin éxito. En 1940 Manuel Ávila Camacho fue electo presidente de la República. El nuevo régimen moderó el discurso socialista del cadernismo que había creado una fuerte oposición en diversos sectores del país. Se puso freno a la reforma agrario y se fomentó el ingreso de capitales extranjeros. La SGM permitió el despegue económico de México, se convirtió en el proveedor de materias primas y fuerza de trabajo para las naciones aliadas, especialmente Estados Unidos.


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